Una tarde con los libros (Después del incidente del oasis)

La herida de su brazo se había curado, necesitaba aire libre y relajarse y que mejor que la biblioteca de Alejandría, podría encontrar ahi millones de dibujos y conocimientos para cultivar su mente.

Pero una doble intención estaba oculta, sabía que la reina visitaba la biblioteca muy a menudo. Esperaba encontrarsela en el zoológico para enseñarle todos sus dibujos, estaba feliz...reía de emoción. Tomó sus papiros y sus pinceles y comenzó a dibujar los leopardos.

Esperaba que la reina llegase en cuanlquier segundo, pero lo que pasaría jamás se lo hubiese imaginado...

((Toy sentida lo que me dijiste ò.ó))

Había acompañado a la Emperatriz romana a la enorme Biblioteca de Alejandría, ella se encontraba en uno los salones restringidos leyendo los libros que estaban reservados para pocos, a Flavia Camilla no le molestò que la dejara sola, asi ambas estaban felices.

Hatneferet por su parte adoraba ir a los enormes jardines y al zoologico, adoraba la quietud de ambos lugares cerrados para que ella pudiera disfrutarlos en paz. Luego de una larga caminata por los jardines, se dirigio al zoologico con ansias, ella amante de los animales, entró al lugar acompañada de los guardias que estaban dispuestos de sacar del lugar a cualquiera que pudiera perturbar la estadia de la princesa del lugar, por aquella soledad a la que estaba condenada por el protocolo. Uno de los guadias vio a Sed antes que la princesa y se apresurò a hablarle con respecto "Lamento decirle que debe retirarse, señor. Su majestad la Princesa Hatneferet, predilecta de Ra, desea estar en paz en este zoologico" le hcio una reverencia. Pero la princesa vio de quien se trataba "Dejenlo, esta dibujando, no me molestara en mi paseo. Ahora retirense" ordenó seriamente, mientras los guadias se disculpaban antes de salir.

Sed sudó frío cuando vio a los guardias y a la princesa en la misma escena, pensó que ella había contado todo y que venian por su cabeza. Pero cuando los guardias se fueron y la princesa se quedó sola con él, respiró hondo. Se veía hermosa con ese vestido azul pálido. La muchacha se acercó tranquila y se sentó a su lado. No lo miró, dirigió su vista hacia las garzas que reposaban en el zoológico. El dejó sus papiros al lado y le preguntó:

-"¿Como está mi princesa?...

La muchacha no dijo nada...solo guardó silencio. El joven volvió a preguntar, y la princesa por fin lo miró a la cara...

Cuando se quedaron solos caminó por ahí entre avergonzada y distraida, no esperaba encontrarselo ahí, la tranquilidad que habia esperado para aquel momento se habìa roto, y solo reinaba un incomodo silencio. Aquel día si vestía como una princesa, un hermoso vestido azul palido y numerosas joyas, entre las que destacaba la hermosa diadema ardornando su cabeza. Luego de unos minutos se decidió por sentarse al lado de Sed.

Miró las garzas distraidas, nerviosa con aquella situación, era extraño estar nuevamente al lado de aquel hombre, la segunda vez que él le preguntò como estaba ella pareció oirlo "Yo- yo- Estoy bien, he acompañado a la Emperatriz de Roma a este lugar ¿Y ud joven Sed?" preguntò educadamente, mirandolo a los ojos, tenìa la mejillas coloradas y no sabìa que hacer, por un lado queria tirarse a sus brazos, pero por otro, debìa mantener la compostura y no sabìa si aquello era petinente.

-"Yo muy bien mi princesa. Mejorando de la herida de mi brazo, quería tranquilidad así que vine aquí con mis queridos amigos animales."- Respondió poniendose de pie. Quiso alejarse de la jovencita, le ponía la piel de gallina el estar a su lado. La princesa se puso de pie tambbién y se acercó a él. Sed se puso demasiado nervioso y comenzó a sudar frío. No sabía que hacer, con que ojos mirar a la princesa. Se sentía extraño a su lado, como si le hubiese hecho algo mal...pero tampoco quería alejarse de ella. La sentía temblar a su lado.

Pensó en Nefertari, y eso calmó su nerviosismo. Tomó sus cosas y le dijo a Hatneferet: -"Me voy a leer a otro lado. Si quieres me acompañas, necesito buscar unos cuantos libros"- La princesa lo miró frunciendo el ceño, no estaba precisamente en la biblioteca para leer...

Alzó una ceja sin entender lo del todo lo del brazos, puesto que ella no tenía idea de lo ocurrido en aquel Oasis "¿Tu brazo? ¿Heriste tu brazo? Lo- lo lamento" lamentó siendo un poco mas natural con él. Se puso de pie y se acercó a Sed mirandole en silencio unos minutos nerviosa, temblando a su lado, luego pareció reaccionar "A mi tambien me gustan los animales" dijo acercandose donde estaban los animales, mirandolos eso le produjo paz y tranquilidad, luego se volteó a sonreirle "Son maravillosos, son los unicos que no temen acercarse a mi por que soy la princesa de Egipto" susurró con mirada soñadora, haciendo una mueca cuando dijo lo último, sabía que él tampoco se había amedrentado con eso...

Miró alternativamente a los animales y al chico, fruncio el ceño detestaba leer, no era uno de sus fuertes, ella estaba ahí para disfrutar de ese lugar y de los jardines, suspiró "Te acompañare, solo si no te incomoda mi presencia" dijo temerosa con la sensación de que la quimica reinante aquel en el Nilo podria despertar en cualquier momento.

Caminaron por los pasillos de la biblioteca, era para perderse, un rincón espectacular para desatar las pasiones...pero él no quería eso, bueno al menos no aceptaba querer que algo pasara. Pensaba en Nefertari siempre que los deseos de abalanzarse sobre Hatneferet lo inundaban. COgió unos cuantos libros y los dejó sobre la mesa.
Comenzó a leerlos lentamente, mientras la princesa los ojeaba. Pasaron unos minutos tranquilos, mientras que se mirabana de reojo y cuando sus ojos se encontraban desviaban las miradas.

En un momento Sed comenzó a mover las páginas de un libro, buscando cierta ilustración, pero mientras giraba las hojas llegó a un dibujo que lo dejó paralizado. Hatneferet le quitó el libro y vio en el la imagen de una pareja consumando su amor en la orilla de una río.
La princesa se sonrojó y Sed aún más...tosió un par de veces y cubrió el libro con otro.

Cuando dejó el libro en la mesa, su mano tocó la de Hatneferet...

Lo siguió por los pasillos, se sentía como si estuviera perdiendose en un laberinto, una vuelta a la derecha, a la izquierda, a la izquierda de nuevo, era para marearse y perderse, estaba segura de que ella sola se perdería. Ella tambien sentia unas ganas enormes de buscarlo, de buscar sus abrazos y sus besos, pero él no tenía el menor interes en ella, o al menos eso le parecía.

Cuando el puso los libros en la mesa, se sentó sobre esta, cruzando las piernas de manera sensual, sin quererlo o tal vez inconcientemente, su vestido habia quedado algo recogido por lo que sus piernas estaban a la vista del muchacho, hojenado con desinteres el libro mas cercano, que estaba en latin por lo que entendia solo un tercio de lo ahi escrito. Miraba a Sed y los libros que este veía, con cortas miraditas, jugaba nerviosamente con sus pies, cuando vio algo en un libro que le llamo la atención y la hizo sonrojarse bastante, parecìa ser la mas vivida imagen de lo que habia acontecido a orilla del Nilo con su acompañante, se lo quito para verlo con mas detención e intentar de leer el texto que acompañaba a la imagen, pero el libro fue cubierto por otro por el joven noble, sus manos chocaron, sus pieles volvieron a rozarse y la quimica se desató, ambos lo sabían, lo miró a los ojos, aun con sus manos tocandose... Su mano subió por el brazo de él, acariciandolo y se agachó un poco buscando sus labios timidamente.

Mientras Hatneferet se acercaba a los labios de Sed, este giró la cabeza evitando el beso de la muchacha. Está se puso de pie rápidamente y lo miró con cierto odio, se acercó a el con el ánimo de golpearlo...pero cuando iba a darle un puñetazo, el jóven se incorporó y detuvo su mano, otra vez estaban muy juntos. Los ojos de la princesa brillaron y volvió a intentar besarlo...pero Sed volvió a evadir el beso.

La muchacha dio dos pasos hacia atrás y apretó los puños y los dientes. Esa cara de furia la hacía irresistible, salvaje, dispuesta a todo... Séd tragó saliva, no podía caer ante la tentación, pero Hatneferet se acercó a él, y lo besó. Cuando terminó el beso le susurro:
-"Nunca nadie me ha negado nada"- Al momento en que empujaba a Sed contra un estante, lo tenía acorralado como un gato a un ratón, la joven se acercó decidida hacia su víctima...

Se puso de pie de un salto cuando el esquivo su beso, sus ojos brillaron de rabia, intentó golpearlo se sentía iracunda, pero él la detuvo, quedando demasiado cerca, la tentación era grande e intentó besarlo de nuevo, pero el de nuevo huyó del beso, la ira y la pasión crecian dentro de ella.

Se notaba que estaba demasiado molesta, clavó sus propias uñas en sus manos haciendose daño, se acercó nuevamente a él, se humedeció los labios con la lengua de manera sensual y luego lo besó con pasión, meintras lo acorralaba contra una estanteria, donde algunos libros y papiros temblaron. "... Ni siquiera mi padre el Faraón me negó algo... ¿que te hace pensar que tu lo haras?" le susurró apretujando su cuerpo contra el de Sed, llenandolo por todas partes de lujuriosas caricías. Parecía que el libro con aquella imagen habia provocado un extraño efecto en la princesa, quizas producto de lo que habi alcanzado a leer...

Lo miró con intensidad, se alejó algunos centimetros de él y sin apartarle la vista de encima, procedió a quitarse con delicadeza el vestido, que se deslizó suavemete por su cuerpo hasta llegar al piso, quedó de pie ante él solo cubierta por una enagua, mucho mas linda y delicada que la que llevaba aquel día en el Nilo "¿Aun deseas huir?" nuevamente sus cuerpos se rozaban "Tu cuerpo dice lo contrario, tiemblas..." le acarició la mejilla con delicadeza y sensualidad.

Cerró los ojos, dio un trago amargo de saliva...cuando sintió que le rosaba la mejilla, no aguantó más, susurro hacia sus adentros "Nefertari". Se agachó y tomó el vestido de la princesa, y se lo puso a la joven a modo de capa.

-"Mi princesa, usted no puede hacer esto, nos puede costar la cabeza, he sabido que nada puede ocultarse a esta biblioteca, tiene ojos y oidos".- Se dio vuelta contra los libros y los inspeccionó, no quería mirar a la princesa, ese aroma lo embriagaba, pero el amaba a la faraona, como podría perderse en las redes de esa muchacha, solo son caprichos de la carne. La princesa lo abrazó por detrás, tomó su cara y le susurró al oido:
-"¿Quieres escapar de mi?...¿acaso ya no te gusto?".- Al momento que decía esto, deslizó su mano por las ropas de Sed hasta su zona púvica. Una sonrisa se dibujó en los labios de la princesa y le volvió a susurrar:
-"No es lo que tu cuerpo me dice, tu cuerpo te está pidiendo a gritos que me hagas tuya de nuevo, ¿por qué no lo obedeces? Sería muy apropiado. Tomó la mano de Sed y la llevó hacia su entrepierna.
-"Ves lo que me has hecho hacer, mira como me tienes, y yo sé que te tengo igual a ti. ¿Que razón tan importante tienes para negarte tanto placer?...
A lo que Sed, profunda pero dificultosamente respondió:
-"Estoy enamorado"...

No lo oyó nombrar a su hermana, si hubiera oido se habria armado un lío enorme "No donde yo estoy... los guardias saben que deben dejarme sola aqui" dijo sonriendo jactandose de aquello, era cierto, al menos ahi se podía librar de la vigilancia que tenía en palacio. Rozó la virilidad de el mientras le hablaba con aire decidido, luego llevo las manos de él hacia su propia intimidad, aunque sabía que él la deseaba, algo lo detenía, pero no sabía que...

Hatneferet se sintió sumamente ofendida por aquel desprecio, con brusquedad quitó el vestido de encima provocando que se rompiera, lagrimas de rabia caian por sus mejillas "Callate, quiero oir mas" ordenó dandole dos cachetadas, su mente y su corazon estaban a mil, y sus mejillas estaban bañadas en lagrimas, el despecho y el dolor que sentía, confabularon en contra del joven a su lado, sus respiración agitada, lo miró casi con odio y solo dio un agudo y largo grito, pronto los guardias llegaron corriendo al lugar ella se encontraba, apegada a la estanteria del frente a donde se encontraba Sed que la miraba atonito. "Su majestad, ¿que ha ocurrido?" preguntaron dos guardias al unisono desviando la mirada para no ver el cuerpo de la joven, la pregunta era algo idiota por que la escena parecía dejarlo claro, uno se quitó su capa para cubrirla "Ese hombre... llevenselo" susurró entre lagrimas con desprecio.

No se movió ni tampoco gritó, no se enfureció ni lloró...solo se dejó llevar por los guardias, mientras era arrastrado miró a Hatneferet con una mirada de pena, lástima, pidiendole perdón por haberle robado la inocencia, por haberla manchado.
Sabía que este momento llegaría tarde o temprano, era lo que tenía que pagar, se culpó de no haberle contado a Nefertari antes. Ahora nada podría salvarlo de la horca.

Los escribas que ordenaban los libros lo vieron salir, a un hombre que parecía cargar con la tristeza de todo Egipto, y algo así había hecho, mancillado a la princesa del Nilo. Cuando salieron con él, de la biblioteca miró hacia el cielo y el sol le quemó los ojos, un halcón coronó el cielo y miró a Sed, cuando este lo vio dijo calladamente:

-"Hermano halcón, llevale este mensaje a la reina de Egipto, mi amada Nefertari. Dile que la amo más que a nadie y que jamás saldrá de mi corazón. La amo y que me perdone por todo esto"-....

Se quedó ahí con uno de los guardias que intentaba tranquilizarla en vano, lloraba desolada, pareció reaccionar cuando lo vio irse, se sintió miserable, horrible por haberle hecho eso, se habia cegado por sus caprichos, se puso el vestido en silencio, dandole la espalda al guardia que la escoltaba, cubrio con la capa la parte del vestido que estaba rota y le dijo al guardia "Llevame fuera de aqui, que preparen un caballo" susurrò sacandose las lagrimas.

El guardia la guio en silencio, cuando se cruzaron con otras personas este le dio la ordendada por la princesa, llegaron afuera justo para ver como Sed se alejaba y oyó sus palabras, amaba a su hermana... a su propia hermana, nuevamente rompió en lagrimas "Mi caballo, quiero mi caballo ahora" chilló y corriendo apareció un joven con tres caballos "Ire sola" todos se sorprendieron y se apresuraron a disuadirla "Despues de lo ocurrido no podemos arriesgarnos su majestad" se apresuró a decir el guardia mas viejo de su escolta personal. Suspiró "Disculpenme con la emperatriz" mientras la ayudaron a subirse al caballo, no sabìa donde iría, solo queria alejarse del lugar...

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