Descubriendo los Misterios de Egipto (ABIERTA)

Llevaba ya unas semanas en Egipto y cada vez le fascinaba más. Lejos había quedado la angustia de sentirse aprisionada, lejos había quedado el miedo por lo desconocido. Gracias a la reina había ido aprendiendo con lentitud, eso sí, el idioma de aquel lugar y a pesar de que seguramente cometería muchas incorrecciones, al menos podía entender casi todo lo que le decían y comunicarse con el resto de los habitantes del palacio y de fuera.

El trabajo que le habían encomendado era bueno, le dejaba largo tiempo para estar ella sola mientras que la reina no la buscara explícitamente, lo que había hecho que ese día que sabía que no la iba a necesitar por asuntos de gobierno, Siobhane se hubiera escabullido de palacio para caminar por el lugar.

Había algo que le había impresionado desde el primer momento, algo que había visto de pasada cuando el Romano la había llevado hasta allí, las Pirámides y aunque sabía que estaban lejos, se había terminado por unir a una de las comitivas que se acercaba a ese lugar para ver su majestuosidad y a la vez para rendir culto al pasado, a los reyes y reinas que se encontraban en aquel lugar enterrados.

Le había costado entender lo que querían decirla, pero pronto comprendió. En su país no tenían nada parecido, no al menos de esa manera, pero sí que sabía de lugares donde hacía muchos miles de años había habido enterramientos. A pesar de que Stonehenge no fuera hecho por su pueblo, sino muchos años atrás, había terminado siendo un lugar de culto, de respeto, porque se decía que había sido un lugar de enterramiento… entre otras muchas cosas.

Caminaba con la mirada baja, con timidez, puesto que no estaba acostumbrada aún a esas ropas que la habían dejado, a salir en público con las túnicas de fino lino que provocaba que se sintiera medio desnuda. Los pies calzaban sandalias, como los hombres y mujeres a su alrededor, mientras caminaba con lentitud para seguir la comitiva.

Hasta que horas más tarde, cuando el sol se encontraba en lo alto, se encontró delante de las tres Pirámides de Gizeh y no pudo por menos que respirar hondo porque eran mucho más grandes de lo que se imaginaba. Sus ojos verdes se deslizaban por el lugar con curiosidad mientras que se movía ligeramente apartándose del resto para ver cómo se alzaba ante sí lo que se mantendría como una muestra inequívoca del poder de Egipto.

- Impresionante.- pensaba mientras miraba ese lugar que se alzaba delante de ella, que le mostraba lo que los hombres podían llegar a ser para perdurar en la memoria… para ser parte de la Historia.