Regreso a palacio. ((privado))

La joven bajó del caballo delante de la primera puerta de entrada que vio. Mientras los soldados bajaban a Sed del caballo, salieron del edificio más de media docena de personas, ente ellas su tía.

“¡Por los dioses!”Exclamó la hermana de su padre cuando la vio cubierta de sangre. “¿estás bien? Ahora mismo viene el medico.” Dijo acariciándole el cabello. “Voy a mandar que avisen a tu hermana.” Dijo.
“No es necesario. Déjala dormir, habrá estará cansada después de saltarse tantas clases....” dijo sonriendo.

El médico apareció corriendo hacia ella. Por lo visto lo habían despertado a voces y bajó un poco aturdido. Sin perder tiempo se puso a examinar el corte que la reina tenía en la frente, pero ella con un gesto hizo que apartara su mano de la herida.
“A él” le ordenó al médico. Éste miró al herido y luego a la monarca, quien le dijo: “¿A qué esperas?” con el ceño fruncido

Levaron a Sed hasta una de las habitaciones que normalmente usaban los invitados. Nefertari iba tras los soldados y el médico, quienes entraron en la habitación pero le cerraron la puerta.

Nefertari miró a la puerta como si fuera la cosa más cruel que había sobre la tierra. A su alrededor, nobles, criados y también su tía no paraban de hacer preguntas.
“¡Estoy bien! ¡Estoy bien!” Dijo nerviosa.

Su tía le preguntó que qué había pasado.
“Se levantó una tormenta de arena. El caballo corrió desbocado. Caí. Encontré un oasis. Él me recogió y de camino unos ladrones nos atacaron.” Dijo sin apartar la mirada de la puerta, esperando a que se abriera de un momento a otro. Hablaba sin prestar atención a lo que ella misma decía.

Vino otro médico, también dispuesto a curar la herida de la reina.
“Puede que necesiten ayuda.” le dijo al médico. Éste asintió y abrió la puerta para entrar.
“¡Espera! Entra y luego dime cuanto van a tardar. “le dijo antes de que cerrara la puerta. Al poco salió de nuevo.
“Majestad, creo que como mínimo una hora.” Dijo. Luego inclinó la cabeza y volvió a cerrar la puerta.
“Cielo, deberías tomar un baño. Te relajarías y te quitarías toda esta sangre de encima.” dijo su tía.

Nefertari asintió y fue a tomar un baño y a cambiarse de ropa. En menos de una hora volvía a estar delante de la puerta.
Al cabo de unos minutos, la puerta volvió a abrirse, y salieron los dos médicos y los dos guardias. Los guardias se fueron y los médicos tuvieron que aguantar la tanda de preguntas de la reina.

“¿Cómo está? ¿Es grave? ¿Le habéis dado algo para calmar el dolor? ¿Está despierto?” preguntó la reina mientras miraba dentro de la sala sin llegar a ver nada.
“Está bien. La herida era bastante grave, pero hemos parado la hemorragia y se va a curar. Tardará un par de días en recuperar la sangre perdida, así que quizás esté algo débil y cansado. Sí… y sí… pero deberías dejarlo descansar.” dijo el médico contestando a todas la preguntas.
Nefertari entró en la habitación ignorando el consejo del médico.

Sed estaba tumbado en la cama. Ella se acercó y se sentó en el borde de ésta. Tomó la mano de Sed que tenía los ojos cerrados.
“Sed… ¿te encuentras mejor?”preguntó con dulzura.

Nefertari se quedó dormida mientras abrazaba a Sed. Cuando se despertó ya no estaba. Por un momento creyó que todo había sido un sueño.

Salió corriendo de la habitación mientras preguntaba a todos los que se cruzaba si sabían donde estaba.
“Majestad, los visires..” dijo una criada.
“¿Y Sed?” preguntó interrumpiéndola. Miraba a su alrededor algo desconcertada.
“Ha salido hace unos minutos” contestó ella. Nefertari salió al exterior del palacio. Una de las puertas de entrada a los terrenos del palacio daba al mercado.

Nefertari se dirigió hacia allí. La anciana de siempre la saludó.
“Dime, por favor, ¿has oído que el visitante de palacio se haya ido?”le preguntó. Era ciega, pero poseía un oído perfecto, distinguía a la gente tan solo con el ruido de los pies.
“Sí. Lo han ayudado a subir al caballo. Creo que ha ido hacia el norte.” Dijo la anciana.
“Mil gracias. “dijo la faraona.
Nefertari se dirigió a los establos y se montó en el caballo más veloz.
“Nefertari, ¿Dónde vas? Los visires…”dijo su tía.

Ni siquiera la escuchó. Hincó los pies en los costados del animal, que empezó a correr a toda velocidad. Antes incluso de salir de la ciudad ya veía a Sed, a lo lejos.
Corrió aún más hasta alcanzarle.
“Sed, para por favor. Estas débil…”le dijo

“Eres un terco.” dijo fingiendo estar enfadada “podrías caerte y hacerte daño. No sé en qué estabas pensando cuando saliste de palacio… Y no sé que es tan urgente como para que no te puedas esperar unas horas más en el palacio.” dijo ella.

Cuando la sirvienta dijo que su madre estaba en el palacio la reina miró con una mirada de ‘tenías que hacerme caso’. Dieron la vuelta y volvieron.

Volvieron al palacio con una sonrisa en los labios, en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos pero a la vez, también en los pensamientos del otro.

Llegaron al palacio y bajaron del caballo. Rió por lo bajo a lo que la madre de sed decía sobre una boda. La mujer, que interpretó lo que quiso, abrazó emocionada a Nefertari y los guardias trataron de disimular las carcajadas que les producía la graciosa situación.

“Señora, yo no me precipitaría…”empezó a decir la joven.
“Claro que no. Por supuesto que no. Las cosas con calma. Debéis estar seguros, es un paso importantísimo.” dijo asintiendo la mujer. “Pero mi hijo apenas me cuenta nada de sus amoríos… ¿eres una de las nobles que viven en el palacio junto a la faraona?”Preguntó con curiosidad.

“En realidad…” quiso empezar a decir la monarca.
“No te preocupes, ya tendremos tiempo de charlar sobre eso…”dijo sonriendo. “¿Y tu a que esperabas a contarme esto? ¿Pensabas decírmelo cuando nacieran mis nietos o que?” dijo regañando a su hijo.

Nefertari miró divertida a Sed que parecía que estaba haciendo auténticos esfuerzos por no reírse.

A Nefertari le cayó muy bien la madre de Sed. Pensó que su madre y la madre de Sed hubieran sido buenas amigas pese a tener un carácter tan distinto.

Estaban todos en la habitación donde dormiría Sed, cuando las criadas entraron con la comida. La reina ni las miró. Oía de fondo a la madre de Sed contando anécdotas sobre la infancia de su hijo. Pero Nefertari estaba demasiado metida en sus pensamientos, y en la conversación en silencio que tenía con Sed con la mirada, como para escuchar a nadie.
Estuvieron callados bastante rato, sólo mirándose. La madre de Sed iba hablando pensando que los dos jóvenes la escuchaban absortos. Finalmente, Nefertari dijo que se hubiera quedado.

“No. De hecho creo que me merezco unas pequeñas vacaciones, así que lo siento pero vas a tener que aguantarme durante bastante rato…”bromeó.

De pronto la madre de Sed formuló una pregunta, que nadie había escuchado. La mujer miraba a Nefertari esperando una respuesta.
“Sí… estoy de acuerdo. Tienes razón.” Dijo pensando que sería la respuesta correcta.
La mujer sonrió satisfecha y asintió con la cabeza.

“Es una buena chica. Muy espabilada.” dijo mirando a Sed. “Mas vale que la cuides, ¿entendido?”le dijo.
“Ya lo has oído, más te vale que me cuides” dijo riendo la reina. Cambió la sonrisa por una cara de preocupación.
“¿Te encuentras mejor? ¿Te sigue doliendo?” dijo cogiéndole la mano.
“pues si te duele te lo tienes bien merecido. ¿A quien se le ocurre subirse a un caballo con semejante herida?” dijo fingiendo enfado, que en realidad era preocupación.

Nefertari se inclinó hacia delante, para poder hablarle al oído.
“¿No pretenderás dejarme viuda antes incluso de casarte conmigo?” Bromeó susurrando. "Creo que a tu madre no le sentaría nada bien".

“No sé cómo lo haces, pero siempre consigues decir lo correcto en el momento correcto” susurró la reina.
Se sentía extrañamente feliz, quería quedarse en esa sala durante toda la vida.

Se recostó al lado de Sed y sin quererlo, recordó a su padre y abrazó más fuerte a Sed.
Se levantó y disimuló lo mejor que pudo una lagrima que asomaba. Se dirigió a la puerta y llamó a una criada, que apareció en la habitación en unos segundos.

“Diles a los visires que… que tenemos que aplazar la reunión hasta dentro de… ¿una semana? Sí. Eso es. Diles que tras el incidente de ayer necesito descansar.” dijo la reina.
La criada asintió y se fue a entregar su mensaje

Nerfertari volvió al lado de Sed, se recostó de nuevo a su lado, esta vez apoyando su cabeza en el pecho del joven.
Se dio cuenta de que eso no era lo mas correcto para una reina.
“Si alguien entrara ahora mismo por esa puerta, no sé que pensaría de nosotros…”dijo susurrando, como si no quisiera interrumpir los latidos del corazón de Sed.

Levantó la cabeza para mirar al joven a los ojos. Había un sentimiento muy fuerte dentro de ella, nunca había sentido algo así.

“Mi historia es la que te conté en el desierto. Llevo toda la vida tratando de ser la reina perfecta, olvidándome de mi misma. Hasta que…”dijo. Se quedó callada y sonrió algo incrédula.

“¿De verdad le acabo de decir a una sirvienta que les diga a los visires que me da igual que estén aquí?” dijo riéndose.
Volvió a colocar su cabeza de modo que pudiera escuchar sus latidos.

“Te conozco desde hace apenas un día, casi dos… pero la confianza es como... como si te conociera desde siempre.” Susurró. “no tengo tanta confianza con nadie. Bueno, con mi hermana sí, y con algunas de mis amigas… lo que quiero decir es…”dijo la joven jugueteando con su pelo.

“No lo sé.” Concluyó. “No sé que quiero decir, no puedo expresarlo, es como si no hubiera palabras.” Comentó la chica.
Volvió a levantar la cabeza para mirar a los ojos a Sed. Esta vez, colocó la cabeza en el hombro ((el sano se entiende, que no soy tan salvaje XDD)). Alargó un poco el cuello para hablarle al oído.
“¿te estoy aburriendo mucho?” susurró.

“Siempre las palabras perfectas.” dijo sonriendo.
Nefertari no pudo evitar sonrojarse con la pregunta.

“Bueno… en realidad no.” dijo algo nerviosa.
“Quiero decir que… a parte de ahora… no.” susurró la joven. Agachó un poco la cabeza porque tenía algo de vergüenza.
Era evidente que estaban enamorados, pero decirlo en voz alta resultaba algo extraño.

Nefertari se acercó a Sed. Estaban abrazados, sus labios casi se rozaban, sentían el aliento el uno del otro, sus latidos iban al unísono. Ambos tenían los ojos cerrados y justo en el instante en que sus labios se tocaron, alguien entró a la habitación. Nefertari, sobresaltada, se levantó y se quedó sentada en el borde de la cama. Notaba que se había ruborizado.

“Lo siento. ¿Interrumpo?”Dijo la madre de Sed desde la puerta.
“No.” Dijo Nefertari poniéndose en pie. “Ya me iba.”

“oh.” dijo la madre de Sed con aire apenado. “Hasta mañana entonces.”
“Si… si necesitáis algo… mi puerta es la del fondo del pasillo” dijo mirando a Sed, dándole a entender que se las ingeniara para ir.
“Buenas noches.” dijo Nefertari.

La joven salió de la habitación y se dirigió corriendo hacia la suya. Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella. Trataba de asimilar lo que había pasado y lo que había dicho.

Nefertari esperó sentada en el diván de su habitación. Entendió que quizás se había precipitado al declarar sus sentimientos. ¿Había entendido mal a sed? Quizás él no sentía lo mismo. Se estuvo maldiciéndose a sí misma toda la noche.

Cuando llegó el día Nefertari cogió valor y volvió a la habitación de Sed. Estuvo mucho rato delante de la puerta, sin abrirla. No sabía que decirle. Suspiró y entró.

“Sed, y-yo… Te pido disculpas. Yo creía que tú… quizás malinterpreté las cosas.” dijo con un nudo en la garganta.
“Sólo te pido que no me lo tengas en cuenta. Supongo que quizás estabas muy débil y no sabías lo que decías…”dijo tratando de contener el llanto.
“de todos modos puede que yo misma confundiera el agradecimiento y la amistad con algo más.” mintió.
Se dio la vuelta para salir y entonces cuando Sed no le veía la cara, las lágrimas salieron y resbalaron por sus mejillas.

Justo cuando fue a abrir la puerta la abrió la madre de Sed desde el exterior, casi chocaron. La mujer parpadeó varias veces para asegurarse de que realmente la reina estaba llorando.
“¿Qué te pasa?” dijo abrazándola. Por encima del hombro de Nefertari lanzó una mirada mortal a su hijo. “¿Qué le has dicho Sed?”dijo acariciando el pelo de la joven como si fuera su propia hija.

La reina se alegraba de saber que él también la quería. La duda la había estado consumiendo toda la noche.

“estuve esperando toda la noche a que entraras y te sentaras a mi lado y me dijeras que tú sentías lo mismo. Me he pasado la noche entera pensando que no habías venido porque no sentías lo que yo siento.” dijo secándose las lagrimas.
“Creí que había malinterpretado tus palabras y que me había precipitado al decirte que estaba enamorada de ti.” dijo la joven acariciando sus manos.

“me he pasado la noche torturándome, pensando en cómo podía haber recibido mal un mensaje que parecía tan claro y culpándome de mi insensatez.” explicó mirando a Sed a los ojos.

“Sed, no sólo me mereces, sino que además creo que te necesito. Tú también eres muy importante para mí. Desde que te vi pude intuir que no te olvidaría nunca, que no fue la casualidad quien levantó la tormenta en el desierto.”dijo. "No estoy segura de si existe el destino o no, pero estoy segura de que las almas gemelas sí que existen y que a veces, puede que por azar o por un regalo de los dioses, se encuentran y no vuelven a separarse"continuó

Nefertari se acercó a Sed, con más timidez que la noche anterior. Esta vez nadie iba a interrumpir su primer beso.

El beso fue delicado, tierno y sincero. Todo era perfecto. Por un instante desaparecieron del palacio, del mundo, estaban solos. Por un instante nada importaba, solo ellos.
La reina adoraba esos momentos en los que estaban recostados, juntos y abrazados. Sentía el aliento de Sed, oía sus latidos y escuchaba cada palabra como si fuera la última.
Sonrió cuando Sed dijo que aún debían conocerse mejor. Era curioso lo poco que sabían el uno del otro y lo mucho que se conocían, como si se conocieran des de la infancia.
“De momento lo más útil que puedes saber es que cuando vayamos a comer mi tía va a interrogarte como si fueras un delincuente. Es más, puede incluso que piense que eres un malvado infiltrado que mediante un filtro de amor pretende hacer caer a la monarquía egipcia.” dijo como si narrara una aventura épica. Era gracioso pero por desgracia no era una exageración.

“Tu madre es muy simpática. Está muy orgullosa de ti.” dijo ella. Sabía que no era lo mismo con el padre de Sed, así que le pareció bueno decirle que al menos su madre estaba muy orgullosa de él.
“creo que a mi madre también le hubiera caído bien” dijo recordándola con cariño.

“¿has estado enamorado de alguna otra mujer antes?”Preguntó Nefertari. Él lo había preguntado la noche anterior y tenía curiosidad. La verdad era que no le importaba demasiado no ser la primera siempre y cuando fuera la última.
Se dio cuenta de que esa pregunta podía hacerle daño, ya que si había estado enamorado y ya no lo estaba, algo desagradable habría pasado así que se apresuró a añadir:
“Da igual, no contestes. Si no lo has estado, entonces estamos igual, y si lo has estado, la chica es una desafortunada. Teniendo la oportunidad de estar contigo si no estuvo a la altura es su problema.” dijo mirando tiernamente a Sed.

“sed…” dijo saboreando el nombre en los labios. “Quiero pedirte algo.” dijo mirándolo seriamente. “lo único que quiero pedirte es que no me hagas daño. Que me quieras como yo te quiero.” susurró.
Nefertari aparentaba ser muy fuerte, pero sabía que sólo las personas que más te quieren pueden hacerte daño y como más te quieren, más daño pueden hacerte. Y en esos momentos Sed era a quien más quería.

En cuanto la criada anunció que su tía llegaba, Nefertari besó a Sed para despedirse. Se levantó y corrió hacia la puerta. La abrió y por desgracia su tía estaba justo delante.
“¡Nefertari!”gritó la hermana de su padre “¿se puede saber en qué estabas pensando? ¡Jamás se habían aplazado estas reuniones! Y…”dijo
Miró hacia el interior de la sala y luego a Nefertari.

“¿A solas con un hombre?” Preguntó con el ceño más fruncido que de costumbre.
“es el joven que me salvó. Sólo estaba dándole las gracias.” dijo la reina.
Su tía le hizo un gesto a una criada para que se acercara. Ésta se acercó al momento. Su tía miraba de reojo a Nefertari mientras le susurraba algo a la criada. La criada miró indecisa a Nefertari y le devolvió el susurro a su tía. La criada se fue y su tía puso los brazos en jarra.
“¿Llevas aquí varias horas para darle las gracias?” dijo como si regañara a una niña pequeña.

“En primer lugar, querida tía” dijo esto ultimo con cierto tono burlón. “Te recuerdo que la Reina soy yo y que lo que tu pienses tiene sólo el valor que yo le quiera dar. Y en segundo lugar, hemos estado hablando. Él se dedica a la política y, como estaba a punto de decirle, no sería mala idea que se uniera al consejo, como uno de mis consejeros personales.” dijo en tono autoritario.

Se giró hacia Sed.
“Señor, terminaremos de hablar más tarde. Discúlpeme, tengo que atender importantes asuntos de estado.” Dijo con suma educación.

Cuando su tía salió de la habitación Nefertari sonrió.

“No te preocupes. Creo que le has caído bien.” dijo ella. “Es bastante cerrada… así que el hecho de que te haya dirigido la palabra es bastante bueno… aunque haya sido para amenazarte. A veces es la persona mas horrible y retorcida del mundo, pero sé que me quiere. Ya la irás conociendo.” Dijo volviéndose a acercar a la cama.

Nefertari se sentó y se inclinó para darle un dulce beso a Sed. En cada beso era como si el mundo desapareciera, como si quedaran aislados de todo y de todos. Pero desde luego, el mundo seguía estando allí…
“¡Nefertari!” gritó su tía desde la puerta.

“¿¡Te parece normal!? Ven conmigo. Vamos a hablar” dijo enfadada.
Nefertai se puso en pie de un brinco. Y se dirigió hacia su tía, no sin antes girarse para decirle a Sed:
“Hasta luego. Con un poco de suerte nos vemos esta noche y si no puede ser… entonces hasta mañana.” susurró.
Se fue con su tía, sabía que le esperaba una larga charla con su tía, aunque intuía que sería un monólogo…

((¿haces el último y cierras?))